“SI NO PUEDO BAILAR NO ES MI REVOLUCIÓN” es una frase atribuida a Emma Goldman. Aunque es una buena consigna, ella nunca la dijo.
Aquella frase es la simplificación de una anécdota narrada en sus memorias (Viviendo mi vida):
« En las fiestas, siempre fui una incansable y alegre bailadora. Una noche un primo de Sasha, muy joven, me llevó a parte. Con semblante serio, como si anunciara la muerte de un compañero querido, me susurró que el baile no era algo propio de un agitador. Que mi manera de bailar, con tal descaro y procacidad, era inconveniente. Esa frivolidad podría dañar a la Causa.
Le respondí que se ocupara de sus asuntos. Que nuestra Causa lucha por el hermoso ideal anarquista para liberarnos de convenciones y prejuicios, el cual no requiere renunciar a la vida ni a la alegría. Insistí en que nuestra Causa no esperaba que me hiciera monja, ni que el movimiento se convirtiera en un convento. Si fuera así, yo no lo aceptaría. QUIERO LIBERTAD, PODER EXPRESARME POR MÍ MISMA, EL DERECHO DE TODOS A LAS COSAS BELLAS Y RADIANTES »
En esta última expresión, Emma Goldman hace una excelente síntesis del anarquismo, sin embargo, ha sido olvidada al ser sustituida por esa otra.